viernes, 13 de marzo de 2015

MESTIZO, EL PERRO QUE FUE LO QUE QUISO SER

Esta vez y a petición de mis hijos que son los motores de este entretenimiento mio que es la escritura, ha tocado escribirle un cuento a un compañero que permaneció con nosotros catorce años, algo prácticamente impensable en un perro del tamaño de Mestizo.
Era un Pastor Alemán, cruzado con Mastín, con alma de guardaespaldas, comepiedras por todo vicio, no le interesaban los zapatos olvidados en el jardín ni los juguetes de los niños, sólo las piedras. Parecía que nos hacía trucos de magia cuando, agarraba una de tamaño considerable con sus potentes fauces y la llevaba de un lado para otro de la boca, como los niños cuando no quieren tragar algo, hasta que al final con un giro inesperado, te quedabas sin saber si había logrado romperla y se la había tragado o se había deshecho de ella, en un descuido nuestro, en ese insignificante instante en el que, uno mira para otro lado. Mi Mestizo era así. Mi Mestizo que no era mío, más bien eramos nosotros los que le pertenecíamos...